Está claro. Ni aunque se lo proponga una actualiza cuanto quiere ni debe. Para muestra, los posts que había pensado hacer y nunca hice:
- Resumen de un viaje en Nochevieja a San Sebastián.
- Compartir varios artistas aprendidos en la carrera de Historia del Arte.
- Seguimiento del proyecto Acción Habana.
- Resumen de otros dos viajes: a Berlín y Roma.
- Contaros que el Valiente Inverso fue todo un éxito.
- Explicaros qué podéis hacer en Taller de Ilusiones y en Positiva.
- Eventos varios y cambios en social media.
- Contaros de dónde viene el nombre de este blog.
Y... un largo etcétera.
Pero como nunca es tarde, algún día (cuando tenga tiempo) le daré un lavado de cara a este blog y me pondré en serio a actualizar. Mientras tanto, hoy me ha entrado la prisa. ¿Por qué? Porque quiero presentar en sociedad a mi Diana F+. He aquí:
Fue un regalo de cumpleaños y el pasado sábado me apunté a un curso para aprender a usarla. Porque, aunque parezca mentira, no sabía ni siquiera dónde estaba el disparador. El curso fue en la tienda Lomography de la calle Echegaray en Madrid. Nos enseñaron cómo funciona y, además, salimos a echar algunas fotos. Entre ellas esta:
Por sorpresa, el resultado no es tan malo como me esperaba. Han salido 3 fotos decentes de 12 que tiene el carrete. No está mal para ser la primera vez. Espero seguir usándola y enseñando en este blog algunos resultados (espero que no tengamos que esperar otros 7 meses).
Cold Cold Anita
martes, 30 de octubre de 2012
martes, 21 de febrero de 2012
Acción Habana!
Pues sí, yo me había propuesto actualizar el blog con cierta frecuencia pero ya se sabe: trabajar, estudiar... todo se complica.
En estos meses mi situación ha cambiado, y hoy os vengo a contar un proyecto en el que estoy colaborando con mucha ilusión y que me aporta mucho, por cómo es el proyecto y por la gente con la que estoy trabajando: Acción Habana.
Todos surgió hablando con unos amigos en una boda nada más y nada menos. Y al cabo de unos meses he tenido la portunidad de subirme al barco del proyecto, que se centra en crear un punto de encuentro entre profesionales del sector de la música y a facilitar las herramientas necesarias para impulsar las carreras de los músicos participantes.
El proyecto tiene dos partes, principalmente, centrado en Cuba y en España. Se han abierto dos convocatorias para que grupos en ambos países se apunten. Se seleccionarán seis grupos de Cuba y uno de España (después de una votación en la web y una fiesta en Madrid donde se anunciará el ganador). Además, se celebrarán unas jornadas en La Habana sobre música y nuevos medios (con conciertos incluídos) y un festival en España en septiembre.
Como véis, de lo más interesante. Compaginarlo con estudiar historia del arte y con un nuevo trabajo no es fácil, pero está mereciendo la pena :)
Podéis seguir a Acción Habana en la web, el blog, Twitter y Facebook.
En estos meses mi situación ha cambiado, y hoy os vengo a contar un proyecto en el que estoy colaborando con mucha ilusión y que me aporta mucho, por cómo es el proyecto y por la gente con la que estoy trabajando: Acción Habana.
Todos surgió hablando con unos amigos en una boda nada más y nada menos. Y al cabo de unos meses he tenido la portunidad de subirme al barco del proyecto, que se centra en crear un punto de encuentro entre profesionales del sector de la música y a facilitar las herramientas necesarias para impulsar las carreras de los músicos participantes.
El proyecto tiene dos partes, principalmente, centrado en Cuba y en España. Se han abierto dos convocatorias para que grupos en ambos países se apunten. Se seleccionarán seis grupos de Cuba y uno de España (después de una votación en la web y una fiesta en Madrid donde se anunciará el ganador). Además, se celebrarán unas jornadas en La Habana sobre música y nuevos medios (con conciertos incluídos) y un festival en España en septiembre.
Como véis, de lo más interesante. Compaginarlo con estudiar historia del arte y con un nuevo trabajo no es fácil, pero está mereciendo la pena :)
Podéis seguir a Acción Habana en la web, el blog, Twitter y Facebook.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Guía rápida de Verona
- Te puedes perder por sus calles.
- Tomarte un vino en la vía Sottoriva (si es un spritz aperol, mejor)
- Subir las escaleras de la Torre Lamberti y no sentir las piernas.
- Pasear por la orilla del Río Adige y el Ponte Pietra.
- Visitar muchas iglesias, la mejor, San Zenón, románica y apartada del ruido de la ciudad.
- Pasear por sus caras boutiques y gastarte un dineral en un jersey para el frío (o buscar una tienda barata para lo mismo, que aunque pocas, las hay).
- Visitar la famosa casa de Julieta y ver a sus guardias de seguridad dormidos en las sillas.
- Darte una vuelta por el mercadillo de la Piazza dell Erbe.
- Entrar en el anfiteatro Arena de La Piazza Bra o en el teatro romano.
- Subir al Castel San Pietro para ver el atardecer sobre Verona (no tiene desperdicio, creo que es lo más recomendable de todo).
- Visitar la Galería de Arte Moderna (Palzzo Forti) y El Museo de Fotografía.
- Si andas justo de dinero, comer con vistas al río los croissants rellenos del desayuno y fruta.
- Subir a Castelvecchio y... sus vistas.
- Tomarte un café en el Bar Retro, al lado del Duomo, o un chocolate caliente en el Bar Art Gallery.
- Comprarte una guía de la ciudad por 5 euros.
- Comerte unas pizzas y unos calzone de escándalo.
- Sentarte en una terracita en alguna de las tres plazas al sol.
- Caminar a todos lados y aprovechar al máximo la Verona Card que cuesta 15 euros y merece la pena no sabéis cómo.
- Recomendar el Hotel Valverde: buen trato, buen desayuno, aunque el baño es demasiado pequeño.
- Reírte mucho, no perderte porque es imposible, aprender de arte, comer, beber, pasear... intentar ir en plan slow travel y no conseguirlo.
- Ver la tumba de Julieta (que da muy mal rollo, la verdad).
Todo eso puedes hacer en Verona. Mejor, si no hace frío.
lunes, 26 de septiembre de 2011
INVERSO 2011
Benjamín Prado
Escándar Algeet
Guadalupe Grande
Jesús Ge
Marçal Font
Olaia Pazos
Marwan
Rebeca Jiménez
Todos por 5 euros. En la Sala Clamores el 8 de octubre a las 20.00 horas. (La Sala Clamores, para los despitadillos, está en la calle Alburquerque número 14).
Es ya la tercera edición del INVERSO. Tercera. Segunda en la Sala Clamores y esperamos que este año esté igual de lleno y sea tan bonito como el año pasado. Lo que es seguro es que lo pasaréis genial y podréis escuchar poesía y música de mucha, mucha calidad.
Yo estaré por allí ¡Os esperamos!
Aquí está el blog del INVERSO. Y el de Ya lo Dijo Casimiro Parker (que viene con novedades frescas, libros recién editados y los títulos ya conocidos)
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Emma Zunz
Cuento de Jorge Luis Borges en El Aleph. Puede parecer largo pero recomiendo leerlo a todo el mundo. Yo lo compré en Bolivia, el último día en La Paz y me lo llevo conmigo de vacaciones junto con otros cuantos :)
Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar en el vientre y en las rodillas; luego de ciega culpa, de irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso ya estar en el día siguiente. Acto contínuo comprendió que esa voluntad era inútil porque la muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo, y seguiría sucediendo sin fin. Recogió el papel y se fue asucuarto. Furtivamente lo guardó en un cajón, como si de algún modo ya conociera los hechos ulteriores. Ya había empezado a vislumbrarlos, tal vez; ya era la que sería.
En la creciente oscuridad, Emma lloró hasta el fin de aquel día del suicidio de Manuel Maier, que en los antiguos días felices fue Emanuel Zunz. Recordó veraneos en una chacra, cerca de Gualeguay, recordó (trató de recordar) a su madre, recordó la casita de Lanús que les remataron, recordó los amarillos losanges de una ventana, recordó el auto de prisión, el oprobio, recordó los anónimos con el suelto sobre «el desfalco del cajero», recordó (pero eso jamás lo olvidaba) que su padre, la última noche, le había jurado que el ladrón era Loewenthal. Loewenthal, Aarón Loewenthal, antes gerente de la fábrica y ahora uno de los dueños. Emma, desde 1916, guardaba el secreto. A nadie se lo había revelado, ni siquiera a su mejor amiga, Elsa Urstein. Quizá rehuía la profana incredulidad; quizá creía que el secreto era un vínculo entre ella y el ausente. Loewenthal no sabía que ella sabía; Emma Zunz derivaba de ese hecho ínfimo un sentimiento de poder.
No durmió aquella noche, y cuando la primera luz definió el rectángulo de la ventana, ya estaba perfecto su plan. Procuró que ese día, que le pareció interminable, fuera como los otros. Había en la fábrica rumores de huelga; Emma se declaró, como siempre, contra toda violencia. A las seis, concluido el trabajo, fue con Elsa a un club de mujeres, que tiene gimnasio y pileta. Se inscribieron; tuvo que repetir y deletrear su nombre y su apellido, tuvo que festejar las bromas vulgares que comentan la revisación. Con Elsa y con la menor de las Kronfuss discutió a qué cinematógrafo irían el domingo a la tarde. Luego, se habló de novios y nadie esperó que Emma hablara. En abril cumpliría diecinueve años, pero los hombres le inspiraban, aún, un temor casi patológico... De vuelta, preparó una sopa de tapioca y unas legumbres, comió temprano, se acostó y se obligó a dormir. Así, laborioso y trivial, pasó el viernes quince, la víspera.
El sábado, la impaciencia la despertó. La impaciencia, no la inquietud, y el singular alivio de estar en aquel día, por fin. Ya no tenía que tramar y que imaginar; dentro de algunas horas alcanzaría la simplicidad de los hechos. Leyó en La Prensa que el Nordstjärnan, de Malmö, zarparía esa noche del dique 3; llamó por teléfono a Loewenthal, insinuó que deseaba comunicar, sin que lo supieran las otras, algo sobre la huelga y prometió pasar por el escritorio, al oscurecer. Le temblaba la voz; el temblor convenía a una delatora. Ningún otro hecho memorable ocurrió esa mañana. Emma trabajó hasta las doce y fijó con Elsa y con Perla Kronfuss los pormenores del paseo del domingo. Se acostó después de almorzar y recapituló, cerrados los ojos, el plan que había tramado. Pensó que la etapa final sería menos horrible que la primera y que le depararía, sin duda, el sabor de la victoria y de la justicia. De pronto, alarmada, se levantó y corrió al cajón de la cómoda. Lo abrió; debajo del retrato de Milton Sills, donde la había dejado la antenoche, estaba la carta de Fain. Nadie podía haberla visto; la empezó a leer y la rompió.
Referir con alguna realidad los hechos de esa tarde sería difícil y quizá improcedente. Un atributo de lo infernal es la irrealidad, un atributo que parece mitigar sus terrores y que los agrava tal vez. ¿Cómo hacer verosímil una acción en la que casi no creyó quien la ejecutaba, cómo recuperar ese breve caos que hoy la memoria de Emma Zunz repudia y confunde? Emma vivía por Almagro, en la calle Liniers; nos consta que esa tarde fue al puerto. Acaso en el infame Paseo de Julio se vio multiplicada en espejos, publicada por luces y desnudada por los ojos hambrientos, pero más razonable es conjeturar que al principio erró, inadvertida, por la indiferente recova... Entró en dos o tres bares, vio la rutina o los manejos de otras mujeres. Dio al fin con hombres del Nordstjärnan. De uno, muy joven, temió que le inspirara alguna ternura y optó por otro, quizá más bajo que ella y grosero, para que la pureza del horror no fuera mitigada. El hombre la condujo a una puerta y después a un turbio zaguán y después a una escalera tortuosa y después a un vestíbulo (en el que había una vidriera con losanges idénticos a los de la casa en Lanús) y después a un pasillo y después a una puerta que se cerró. Los hechos graves están fuera del tiempo, ya porque en ellos el pasado inmediato queda como tronchado del porvenir, ya porque no parecen consecutivas las partes que los forman.
¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel desorden perplejo de sensaciones inconexas y atroces, pensó Emma Zunz una sola vez en el muerto que motivaba el sacrificio? Yo tengo para mí que pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado propósito. Pensó (no pudo no pensar) que su padre le había hecho a su madre la cosa horrible que a ella ahora le hacían. Lo pensó con débil asombro y se refugió, en seguida, en el vértigo. El hombre, sueco o finlandés, no hablaba español; fue una herramienta para Emma como ésta lo fue para él, pero ella sirvió para el goce y él para la justicia. Cuando se quedó sola, Emma no abrió en seguida los ojos. En la mesa de luz estaba el dinero que había dejado el hombre: Emma se incorporó y lo rompió como antes había roto la carta. Romper dinero es una impiedad, como tirar el pan; Emma se arrepintió, apenas lo hizo. Un acto de soberbia y en aquel día... El temor se perdió en la tristeza de su cuerpo, en el asco. El asco y la tristeza la encadenaban, pero Emma lentamente se levantó y procedió a vestirse. En el cuarto no quedaban colores vivos; el último crepúsculo se agravaba. Emma pudo salir sin que lo advirtieran; en la esquina subió a un Lacroze, que iba al oeste. Eligió, conforme a su plan, el asiento más delantero, para que no le vieran la cara. Quizá le confortó verificar, en el insípido trajín de las calles, que lo acaecido no había contaminado las cosas. Viajó por barrios decrecientes y opacos, viéndolos y olvidándolos en el acto, y se apeó en una de las bocacalles de Warnes. Pardójicamente su fatiga venía a ser una fuerza, pues la obligaba a concentrarse en los pormenores de la aventura y le ocultaba el fondo y el fin.
Aarón Loewenthal era, para todos, un hombre serio; para sus pocos íntimos, un avaro. Vivía en los altos de la fábrica, solo. Establecido en el desmantelado arrabal, temía a los ladrones; en el patio de la fábrica había un gran perro y en el cajón de su escritorio, nadie lo ignoraba, un revólver. Había llorado con decoro, el año anterior, la inesperada muerte de su mujer - ¡una Gauss, que le trajo una buena dote! -, pero el dinero era su verdadera pasión. Con íntimo bochorno se sabía menos apto para ganarlo que para conservarlo. Era muy religioso; creía tener con el Señor un pacto secreto, que lo eximía de obrar bien, a trueque de oraciones y devociones. Calvo, corpulento, enlutado, de quevedos ahumados y barba rubia, esperaba de pie, junto a la ventana, el informe confidencial de la obrera Zunz.
La vio empujar la verja (que él había entornado a propósito) y cruzar el patio sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo cuando el perro atado ladró. Los labios de Emma se atareaban como los de quien reza en voz baja; cansados, repetían la sentencia que el señor Loewenthal oiría antes de morir.
Las cosas no ocurrieron como había previsto Emma Zunz. Desde la madrugada anterior, ella se había soñado muchas veces, dirigiendo el firme revólver, forzando al miserable a confesar la miserable culpa y exponiendo la intrépida estratagema que permitiría a la Justicia de Dios triunfar de la justicia humana. (No por temor, sino por ser un instrumento de la Justicia, ella no quería ser castigada.) Luego, un solo balazo en mitad del pecho rubricaría la suerte de Loewenthal. Pero las cosas no ocurrieron así.
Ante Aarón Loeiventhal, más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje padecido por ello. No podía no matarlo, después de esa minuciosa deshonra. Tampoco tenía tiempo que perder en teatralerías. Sentada, tímida, pidió excusas a Loewenthal, invocó (a fuer de delatora) las obligaciones de la lealtad, pronunció algunos nombres, dio a entender otros y se cortó como si la venciera el temor. Logró que Loewenthal saliera a buscar una copa de agua. Cuando éste, incrédulo de tales aspavientos, pero indulgente, volvió del comedor, Emma ya había sacado del cajón el pesado revólver. Apretó el gatillo dos veces. El considerable cuerpo se desplomó como si los estampi-dos y el humo lo hubieran roto, el vaso de agua se rompió, la cara la miró con asombro y cólera, la boca de la cara la injurió en español y en ídisch. Las malas palabras no cejaban; Emma tuvo que hacer fuego otra vez. En el patio, el perro encadenado rompió a ladrar, y una efusión de brusca sangre manó de los labios obscenos y manchó la barba y la ropa. Emma inició la acusación que había preparado («He vengado a mi padre y no me podrán castigar...»), pero no la acabó, porque el señor Loewenthal ya había muerto. No supo nunca si alcanzó a comprender.
Los ladridos tirantes le recordaron que no podía, aún, descansar. Desordenó el diván, desabrochó el saco del cadáver, le quitó los quevedos salpicados y los dejó sobre el fichero. Luego tomó el teléfono y repitió lo que tantas veces repetiría, con esas y con otras palabras: Ha ocurrido una cosa que es increíble... El señor Loewenthal me hizo venir con el pretexto de la huelga... Abusó de mí, lo maté...
La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.
domingo, 4 de septiembre de 2011
Marwan y Yayoi
Ha sido una semanita ésta de lo más completa. Empezó como era de esperar: trabajando y estudiando. Que si el arte bizantino, que si el románico... Pero la cosa fue mejorando a partir del miércoles. Desde entonces he pasado por: un concierto, una cena de amigas, una exposición en el Reina Sofía con quesos y Jägermaister después, una fiesta sorpresa de cumpleaños y una comida familiar.
Pero sólo os voy a contar dos de las cosas: el concierto y la exposición. Lo demás, para mí.
El miércoles salió un plan así como un poco improvisado pero que resultó ser de lo más divertido. Concierto de Marwan en la sala Galileo Galilei. Yo le conocía desde hace tiempo, cuando mi vena de cantautores me desveló a Chaouen, Luis Ramiro, Ismael Serrano, Quique González y, también a Marwan. He de reconocer que, sin ser mi favorito (los que me conocéis sabéis que tengo predilección por Carlos Chaouen, no lo puedo evitar), el concierto de Marwan fue una sorpresa, tanto en la música como en cómo él mismo llevó el concierto. Muy gracioso, muy cercano, y una legión de groupies que se sabían todas las canciones de pe a pa. Ah! Y me encantó que sacara a Luis Ramiro al escenario para un par de canciones.
Para muestra, un botón, "Hablemos de mí" con Luis Ramiro en Barcelona.
Y ese fue el primero. El segundo plan digno de contar es la exposición de Yayoi Kusama en el Reina Sofía. Por cierto, para los que no lo sepan, es gratis entrar en el museo de lunes a viernes de 7 a 9 de la noche. Si no, son 3 euros, bastante asequible. La mala noticia, le queda sólo hasta el 12 de septiembre en Madrid.
Impresionante desde el principio hasta el final, precisamente porque la primera sala y la última son las más impactantes. En la primera podemos ver globos gigantes de lunares y pegatinas en las paredes. En la última, una sala con miles de bombillitas de distintos tamaños a distintas alturas llena de espejos: una sensación increíble. Entre medias: escultura, pintura, fotografía, que dan a conocer el talento y el carácter neurótico de Yayoi, ingresada en un psiquiátrico desde hace años por propia voluntad, aunque sigue trabajando en su pequeño estudio de Tokio.
Aquí su página oficial en inglés. En un artículo de El País la definen como "Un universo infinito de lunares y penes". No creo que se reduzca sólo a eso, pero podéis juzgar vosotros mismos. Sin duda, sus Accumulation Sculptures merecen la pena.
Primera sala de la exposición
Accumulation Sculptures
Última sala, performance creada para ésta exposición
lunes, 29 de agosto de 2011
La Semana de la Cooperación
Hoy estaba en la oficina, rebuscando entre miles de emails de spam un mail de confirmación de Pixmanía (pero eso es otra historia), y me he encontrado con lo que os voy a contar. La invitación a uno de los actos de la Semana de la Cooperación que tiene lugar en Madrid del 2 al 8 de septiembre, ya que el mismo 8 de septiembre es el Día del Cooperante.
En particular, el evento al que "nos han invitado" es un encuentro de dos días con periodistas del mundo árabe para debatir sobre la cooperación con los países árabes, un nuevo escenario para la comunicación, los días 7 y 8 de septiembre en horario de mañana en el salón de actos de la AECID. Y tanto que es un nuevo escenario para la comunicación. Es un gran cambio el que estamos viviendo en estos meses en estos países, por ello, creo muy interesante poder escuchar a ponentes como:
- Abdullah Bozkurt, Corresponsal-Jefe del Today’s Zaman, el diario en inglés más vendido de Turquía.
- Oumaima Ahmed, Reportera de Al Jazeera y corresponsal en Argelia de la BBC desde 1993 a 2008.
- Mohamed Abdelkefi, Corresponsal del diario Al-Arab en España. Fue presidente del Club Internacional de Prensa de Madrid.
- Nabila Hamza, Presidenta de la Foundation for the Future (FFF), que apoya a la sociedad civil para promover la democracia y derechos humanos en Oriente Medio y el Norte de África.
- Aiman Zoubir, corresponsal de Al Jazeera en España.
Foto: viaje a Fez. Marzo 2010.
Pero ésto no es todo. Hay un ciclo de cine documental en La Casa Árabe, la exposición de la fotografía ganadora Premio de fotografía Juan Bartolomé del 2010, educación para el desarrollo a pie de calle en Tirso de Molina (con actividades para los más pequeños), entrega del premio Vicente Ferrer, premio Bartolomé de las Casas, conferencia sobre la utopía de la democracia participativa y la equidad de género, el proyecto "Creo en África" en el Círculo de Bellas Artes y concierto con La Shica, Naïsam Jalal y Rayess Bek, también en el Círculo.
No tiene desperdicio, echad un vistazo a la página web y el programa por si os interesa alguna de las actividades.
Y es que estamos que lo tiramos porque este mismo miércoles se celebra el Día de la Solidaridad. Que no significa que éste día tenemos que ser más solidarios porque sí, si no que nos podemos hacer un poco a la idea a ir siendo un poco más solidarios siempre. Y una buena manera de empezar, o de por lo menos ir pensando sobre ello es acudir a algún acto de la Semana de la Cooperación.
Yo estaré con un pie saliendo del examen y el otro entrando en las vacaciones, pero aportaré mi granito de arena a la causa.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)