Cerró la puerta muy despacio.
Pensó que, al ser la última vez, si no hacía ruido, ella se sentiría menos sola. Como si fuera a volver a las 4 de la mañana, tropezándose con las cómodas y las sillas, apagando las luces que se dejaban encendidas a propósito.
Como todas las noches, dejó un vaso de agua en la mesilla y besó su frente antes de salir de la habitación de puntillas. Pero esta vez cerró la puerta muy despacio. Tan tan despacio que no sabe si llegó a cerrarla del todo, por si acaso...