lunes, 27 de septiembre de 2010

En la esquina de la calle Alburquerque

Hace un par de noches me crucé con una niña en la esquina de la calle Alburquerque. Una niña rubia, de enormes ojos verdes que lloraba en silencio y le faltaba un zapato. Un zapato de charol. Estaba sentada en un banco, balanceándose adelante y atrás sistemáticamente. Su vestido, rojo, con rayas blancas.
Lloraba en silencio. Los recuerdos le aterraban. Lo que está pasando aún le aterra. "No te han sabido escuchar, no te han sabido hablar, y mucho menos querer".
Se acordaba de su hermano, se veía reflejada su sonrisa en los ojos vidriosos. Lloraba por si es posible no sufrir, por si se puede no llorar, porque lo que sabía y lo que no. Había perdido su zapato en el camino de la adolescencia y nadie lo había encontrado. Nadie le había dado ni siquiera un calcetín para que el frío no se le escapara por los pies.
Entonces, en ese mismo instante en el que yo miraba y me reflejaba, una mano le ofreció una manta, su calor, muchos kilómetros de confesiones a los que aferrarse y un zapato de charol que hacía juego con su vestido a rayas.

2 comentarios:

  1. Esa niña no volverá a ir descalza, te lo digo yo. Y si vuelve a perder un zapato, tendrá en quien apoyarse hasta que lo encuentre.

    Me gustan los vestidos de rayas.

    Muaaaa.

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  2. eres lo más bonito del mundo

    a mi me gustan los vestidos de lunares


    y tequiero mucho

    (herpana mayor)

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