- Te puedes perder por sus calles.
- Tomarte un vino en la vía Sottoriva (si es un spritz aperol, mejor)
- Subir las escaleras de la Torre Lamberti y no sentir las piernas.
- Pasear por la orilla del Río Adige y el Ponte Pietra.
- Visitar muchas iglesias, la mejor, San Zenón, románica y apartada del ruido de la ciudad.
- Pasear por sus caras boutiques y gastarte un dineral en un jersey para el frío (o buscar una tienda barata para lo mismo, que aunque pocas, las hay).
- Visitar la famosa casa de Julieta y ver a sus guardias de seguridad dormidos en las sillas.
- Darte una vuelta por el mercadillo de la Piazza dell Erbe.
- Entrar en el anfiteatro Arena de La Piazza Bra o en el teatro romano.
- Subir al Castel San Pietro para ver el atardecer sobre Verona (no tiene desperdicio, creo que es lo más recomendable de todo).
- Visitar la Galería de Arte Moderna (Palzzo Forti) y El Museo de Fotografía.
- Si andas justo de dinero, comer con vistas al río los croissants rellenos del desayuno y fruta.
- Subir a Castelvecchio y... sus vistas.
- Tomarte un café en el Bar Retro, al lado del Duomo, o un chocolate caliente en el Bar Art Gallery.
- Comprarte una guía de la ciudad por 5 euros.
- Comerte unas pizzas y unos calzone de escándalo.
- Sentarte en una terracita en alguna de las tres plazas al sol.
- Caminar a todos lados y aprovechar al máximo la Verona Card que cuesta 15 euros y merece la pena no sabéis cómo.
- Recomendar el Hotel Valverde: buen trato, buen desayuno, aunque el baño es demasiado pequeño.
- Reírte mucho, no perderte porque es imposible, aprender de arte, comer, beber, pasear... intentar ir en plan slow travel y no conseguirlo.
- Ver la tumba de Julieta (que da muy mal rollo, la verdad).
Todo eso puedes hacer en Verona. Mejor, si no hace frío.