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martes, 24 de marzo de 2009

La vergüenza era verde y se la comió un burro...

De pequeñita escribía en cuadernos y diarios los hechos para que no se me olvidaran, con las fechas, las horas y los momentos exactos. Ya no recuerdo dónde los guardé. Ahora garabateo sentimientos, porque si están en papel parece que es más difícil olvidarlos, o por lo menos más fácil recordarlos. Aunque no siempre se puede sacar lo que tienes dentro y dibujarlo en forma de palabras (o más bien ser fiel a la realidad), parece que de este modo resulta más simple compartirlo, incluso difundirlo, gritarlo, o susurrarlo si quieres… y puede que ponga en peligro tu intimidad, que no tengo yo muy claro que todo el mundo quiera compartir con los demás, pero seguro que a veces viene más que bien.

Por eso voy a dar un paso al frente; si lo pongo en papel (web en este caso, aunque un cuadernito escrito a mano no me lo quita nadie) y lo comparto puede gustar o no, puede llegaros o dejaros indiferentes, incluso puede que os sintáis identificados, no lo sé, lo que está claro es que para mí será un desahogo de principiante y una manera de pronunciar muchas palabras que de mis labios no salen (pero ya no me preocupo por eso) y que se escabullen por los huecos de mis manos, quedando en tierra de nadie si no hago nada con ellas.

Aquí os iré dejando pequeños trocitos de mí y de otros que haré míos, sin sobredosis y sin pausas (espero, lo mismo se esfuma la vena artística que me está saliendo) para que los bebáis como chupitos. Porque me he dejado convencer de que siempre merece la pena enseñarlo, y es que será verdad…